sábado, diciembre 16, 2006

Musas y sirenas. 7 de mayo

7 de Mayo. Domingo
12:28h

Génova.
Estoy en la habitación, que comparto con Matilde y su hermana. Matilde está hablando por teléfono pero yo no entiendo nada. El italiano es una lengua muy bonita.
Esta familia es muy agradable, además a las hijas les gusta la buena música: Red hot chili Peppers sobretodo.
Anoche salimos, pero no fuimos de bares. La verdad es que fue un alivio, porque el hecho de beber ya me asquea con sólo mencionarlo. Ya sé que antes esperaba ansiosa la llegada del fin de semana para salir de fiesta y vodka, vodka, vodka... ¡¡VODKA!! Pero desde que no salgo ya no espero con excitación la llegada del viernes. No, no tengo ninguna gana de volver al “Escape”, ni al “Praxis”, y mucho menos a cualquier otro bar de La Desolada en donde sólo conocen el reggaetón. Tengo miedo a emborracharme y cometer alguna tontería, por mísera que sea. Como el último sábado que salí, que casi me enrollo con aquel tipo. Me di tanto asco, me sentí tan pueril, allí en La Desolada, sola y un poco borracha... Me avergoncé tanto de mí...
Me avergoncé tanto que acabé notando cómo unas lágrimas del tamaño de una chapa de “Sipecusa” bajaban pesadamente por mis mejillas. Yo estaba en la habitación de Javier y éste me estaba diciendo no sé qué chorradas. No lo sé exactamente, no le estaba escuchando. Seguramente me estuviera diciendo, indirecta o directamente, que no querría volverme a ver. Me da igual, yo había pensado en eso desde hacía más tiempo. En cualquier caso, yo estaba llorando en silencio. Llorando por mí. Llorando contra mí. Él me pidió un beso, tal vez con eso quería consolarme y protegerme, pero protegerme ¿de qué? ¡Si seguramente él creyó que lloraba por él!. Ignorante...
Yo no lloro por nadie más que por mí. Y aquella noche con más razón. Aquella fue la noche en que me di realmente cuenta de que no podía seguir así. Que ya debían acabarse mis interpretaciones de fin de semana. “Nístrim Finde” debía morir para siempre. La noche pueril acabaría para siempre con esa noche. Y, aquella noche, cuando peor me sentía conmigo misma, mejor me trataba él. Incluso me acompañó hasta casa sin yo habérselo pedido. Me acompañó a casa ¡con la de veces que tuve que pedírselo yo! ¡Con la de veces que me acompañó sólo hasta medio camino o tuve que irme sola, sin más! No, aquella noche se portó bien. Se portó como si fuera la última noche.
Entré al portal, me llamó por mi nombre, volví a salir y me besó como nunca. Llámame, ¿vale? Me dijo. Hasta hoy. No le llamaré. Seguiré sin llamarle.
Aquella noche decidí matar a “Nístrim Finde y a todo su mundo.
En Génova, bien. Matilde es punkarrilla, pero vive en un chalet. Parece un poco mimada, pero es maja. También su hermana, Giulia, y sus padres. Y su gato, su hámster y su pez moribundo. Todo va muy bien.
Anoche fuimos Arantxa y yo con sus amigos, ya que su italiana y la mía se fueron con sus novios. En fin. Fuimos al puerto, pasamos frío y uno de los chicos me estuvo repitiendo durante todo el santísimo rato que más que española parezco rusa. Que me parezco a la pelirroja de T.a.t.u. Eso también me lo dijo una vez Guille. La verdad, no sé en dónde ven el parecido.
Después de comer iremos a un pueblecito costero que hay aquí cerca con Patricia (la italiana de Arantxa) y Arantxa.
Arancia significa naranja en italiano.
Anoche, Dafne celebró su cumpleaños, pero no pudimos ir ni Carol ni yo. Carol en Masena, como siempre. Ahora la llamaré a ver qué tal le fue todo el día de su dieciocho cumpleaños.

1 cafés:

Anónimo dijo...

Cierto, el italiano es una lengua preciosa (è una lingua molto bella). jeje, no se me ha olvidado del todo.