miércoles, diciembre 13, 2006

Pomme de reinette. 16 de abril

Domingo, 16 de Abril de 2006
10:45h

Aún no hay puestos ni gente suficiente en el mercadillo, por lo que estoy en un parque haciendo tiempo. No sé ni siquiera cómo se llama, sólo sé que estoy cerca de la plaza Santana y que frente a mí hay un estanque sin patos. Este parque es más deprimente que el Bécquer. Parques que pretenden ser románticos pero sólo logran ser paraísos para la droga.
He salido de casa con la excusa de ir a comprar un libro, pero tal vez lo que realmente quiero es escribir yo.
No sé qué es lo que quiero. No sé si quiero algo, a quién, a quién quiero. ¿Quién me quiere a mí?

Son las doce de la noche

Estoy completamente desnuda y excitada. Me he visto en el espejo, con el pelo húmedo y mi coño depilado y me he excitado. Me he gustado.
He experimentado el orgasmo de mi vida. Estaba en la ducha, depilando por completo todo mi sexo. Tras esto, me he pasado agua con la ducha para quitarme todos los pelillos que habían quedado sueltos. Esto me ha hecho sentir unas leves cosquillas, como siempre – soy muy sensible -, pero hoy he decidido seguir. He seguido, más agua, más presión, más cerca, más lejos. Pronto me he visto gimiendo de placer como nunca antes lo había hecho.
Parecía que todo escapaba de mi control, todo salvo el movimiento de mi mano izquierda dominando el chorro de agua. He llegado a gritar, a llegar a un orgasmo perfecto, sin necesidad de pensar en nada. He logrado evadirme absolutamente. Lo que estaba buscando. No pensar en nada, lograr el máximo placer. Sublime.
Pobre Javier, él nunca me hizo sentir así. Y no es que con él no llegara al orgasmo, porque sí llegué, además el sexo con él fue fantástico, pero no me sentí tan satisfecha con él como me he sentido esta noche.
Estoy orgullosa de mí.
Soy la única persona que me conoce realmente, la única que puede complacerme por completo.
Me amo, me odio, me deseo, me detesto. ¡Me quiero!
Por cierto, ya estoy en Linobeno. Estoy desde las diez, que es cuando ha llegado el autobús.
Las dos horas de autobús me han venido muy bien: he comenzado a leer “La lista de Latour” y ya se ha convertido en un libro prometedor. Creo que me llegará a gustar tanto como “El perfume”.
Mientras leía, con la espalda completamente erguida y la mirada fija en el libro, he detectado que un hombre me observaba. Observaba el movimiento de la lagartija de mi colgante, cómo subía y bajaba con el ritmo acompasado de mi respiración.
Mi pecho, ese escote sutil y sugerente, mis huesudos hombros, mis castaños rizos cayendo sobre ellos, el perfil de mi rostro, dominado por una nariz perfecta y unos labios perfectamente dibujados que no dudaba en humedecer de vez en cuando.
No me he preocupado en saber cómo era, qué ropa llevaba, etc. sólo lo veía por el rabillo del ojo, algo que únicamente me ha facilitado saber que su edad oscilaría entre los treinta-cuarenta años. No me importaba lo más mínimo, sólo sabía que mi imagen le excitaba y que a mí me excita sentirme observada.
Cuando ha oscurecido, y seguir leyendo era algo absurdo, he metido el libro en el bolso y he sido consciente de que ese extraño ha prestado atención a la portada.
Una mujer desnuda, en blanco y negro. Tumbada, encogida y con su largo y ondulado cabello cayendo sugerentemente sobre el apellido del autor. Está en una postura que la muestra extremadamente bella e indefensa. Perfecta.
Quizá se haya imaginado que estaba leyendo una novela erótica, quién sabe, esto le habrá excitado aún más.
Tal vez ahora, mientras ve la tele o hace vagamente el amor con su esposa, esté pensando en mí, en la imagen que se ha creado de mí, imaginando cómo es follar en un autobús con una completa desconocida bastante más joven que él.
Ay, esas fantásticas fantasías.
Esta tarde, mientras mi padre estaba trabajando, he puesto un DVD de una película pornográfica que seguramente le habrá dejado mi tía Chelo. He bajado el volumen al máximo y en su lugar he puesto un cd, (un recopilatorio casero mío.). Una escena muy buena ha sido la protagonizada por dos chicas en la ducha. El hecho de que durante el transcurso de tan explícita escena haya estado sonando “This fortress of tears” de Him, la ha convertido en un fragmento de filme más allá de lo sexual, de lo pornográfico, de lo vulgar. Los movimientos de las protagonistas, cada beso, cada caricia, cada gesto de placer que reflejaban sus rostros, con esa canción eran el conjunto de acciones perfectas que componían una escena romántica, bella y cargada de una sensualidad, de un erotismo envidiable. Sublime.
Quiero hacerlo con una mujer.
La única tía con la que me he enrollado ha sido con Lucía, pero no hicimos gran cosa. Quisiera conocer a una mujer, a una lesbiana con bastante experiencia capaz de enseñarme a sentir la satisfacción plena. Pero en Linobeno no hay bares de ambiente lésbico y no tengo internet. Además, la única tía que me ha metido fichas fue una junkie sin dientes en los baños del “Praxis”. Chungo, chungo, ¿qué no?

7 cafés:

Anónimo dijo...

Renueva los animos saber que aun existe la calidad en tus escritos a pesar de la tira de payasadas que muchas veces leemos.. Con una forma de escribir que con tu permiso calificaria de "poesia de la liberacion", una especie de vislumbramiento metafisico de esa nada de nuestra existencia que tal vez permaneceria solamente en lo intelectual y en tus pensamientos pero que, atinadamente, esta vivo...

Anónimo dijo...

vaya comentario más profundo ...

Anónimo dijo...

profundo???? pues no entendi...

Anónimo dijo...

weno, yo tampoco entendí nada de tu comentario xD

Adriana Bañares dijo...

Renato, acabaré enamorada de ti, y eso no me conviene... jajaja

Anónimo dijo...

jajajajajajajajjaja... no me des esperanzas, y no se las quites a los otros!!!! y quedate tranquila seguro de aqui a un tiempo termines saliendo corriendo!!!!! te lo dije desde la primera vez: siempre termino decepcionando a todo el mundo...

Adriana Bañares dijo...

saldrías corriendo tú antes, te lo aseguro.