miércoles, diciembre 13, 2006

Cafeína y ácido acetilsalicílico con azúcar. 26 y 27 de abril

26 de Abril de 2006
15:34h

No soporto a nadie. Me da asco comer con mi madre y Gustavo. Hacen mucho ruido. Mucho ruido. Mucho ruido. Me dan asco. Mucho asco.
Me da asco estar aquí. Me aburro mortalmente y me veo cada vez más gorda y fea.
Todavía no me ha bajado la regla. Aún hinchada. Aún con hambre. Pero me he propuesto no comer nada en todo el día. Ni mañana. Ni hasta que aguante, porque el seis de mayo me iré a Génova y, como en Londres, me veré comiendo mal.
Mañana tengo examen de historia del arte y, como comprenderás, no he estudiado lo más mínimo. La semana que viene tengo de historia de España, así que este fin de semana no saldré. Tampoco. Ayer por la mañana, en un puesto de Covent Garden, vi un póster de Kurt Cobain y me recordó a Javier. Me pregunto si él me recuerda alguna vez. Supongo que no.
Yo no le puedo llamar porque borré su número. Él no da señales de vida.
He soñado que me decían que tenía novia. No me extrañaría, la verdad, aquí surgen parejas aun no habiendo amor... Vuelvo a estar aquí, vuelvo a estar triste. Quiero ir a Génova. Quiero volver a Londres.
Nadie me echa de menos.

22:26h
The lines of my earth (Sixpence none the richer)
Ya me ha bajado la regla, aunque sigo con una tripa enorme. Tal vez se trate de que he engordado, sin más.
Ya me he terminado la primera parte de “Ella, Drácula”. Es una novela magnífica. Si la primera parte es tan fascinante es lógico que ansíe leer la mitad de la novela que me espera serena sobre la mesa de mi habitación.
Esta tarde he ido al supermercado y me he comprado dos paquetes de barritas sustitutivas y una botella de agua. Por lo menos hasta que vaya a Génova sobreviviré a base de esas barritas de chocolate o limón.
Y agua, mucho agua.
También he llevado a revelar dos carretes que fundí en Londres. Otra cosa que ansío, ver esas alocadas, y también culturales, fotografías.
Alejandro Narro no me ha llamado. Seguramente mis relatos le habrán parecido una bazofia, como a los jurados de los concursos literarios de Surelia y Linobeno, de quienes no he recibido llamada o carta. No he ganado ni el último accésit. Soy una mierda.
Adoro a Sixpence none the richer.
Sólo llevo aquí un día y ya echo de menos Londres.
Aquí me basta bajar a la calle para sentirme observada. Da igual que no conozca a nadie, la gente observa todo lo que hay a su alrededor. Me da la impresión de que causo emociones sobre todo aquel que coincide conmigo en cualquier lugar. Al verme con las dos cajas de Barritas dietéticas, alguna vieja habrá pensado que soy tonta, otras habrán sentido lástima creyéndome una anoréxica. ¡Yo qué sé! Pero observan, miran, acechan. Los jóvenes miran con desprecio si vistes de manera diferente, cuesta mucho decir “lo siento” y el prejuicio es algo que incluso puede percibirse con los sentidos del tacto y el olfato. Esta ciudad da asco.
Hoy no he ido a clase porque ha sido “la fiesta de la primavera”, pero mañana sí iré. Además, como ya te he dicho, tengo a primera hora examen. En el segundo recreo iremos Johana, Izaskun, Maite y yo a buscar a Isabela a su instituto. ¡Dios, hace sólo un día que no las veo y ya las echo de menos!
Las largas caminatas por Londres, los enormes perritos calientes, las fotos, las risas, las canciones, las compras, las charlas en la habitación, las galletas de chocolate, los desayunos, la tele en inglés, los “oh, sorry” de los peatones que se chocaban, los taxistas que no paraban, las nubes a través de la ventanilla del avión...
Han sido los cinco mejores días del año.
No sé cómo repartiré las cosas que compré. Para mí me compré unos pantalones morados muy hippies con dibujos tribales en las “Campanas” y unas braguitas rosas de Campanilla con lacitos negros en los laterales (en Covent Garden), chapas varias (Siouxie, Sex Pistols, Franz Ferdinand y Muse) y un colgante en el British que es una runa cuyo significado es “éxito”.
Éxito. Precisamente el que no he tenido en ninguno de los dos concursos literarios. Frustración.
El cerdo volador se lo daré a Manuel, ya que corresponde al título de un disco de su grupo preferido: Pink Floyd. Además es un juguete gracioso para Laura.
A mi madre le cogí un libro de Michelangelo en el British Museum y otro de Leonardo Da Vinci en Covent Garden. Yo me cogí uno del surrealismo y, en la National Gallery, “I am Madame X”, una novela de Giogia Dilberto, basada en la vida de Virginie Gautreau, una “libertina” del París del siglo XIX, quien es la protagonista del retrato “Madame X” del pintor John Singer Sargente, cuya obra estaba expuesta en ese museo pero a la cual no pude entrar por no tener dinero suficiente para pagar la entrada. En la National Gallery también me cogí una postal de “La Venus del espejo”. Ver ese cuadro fue una experiencia inolvidable.

00:20h

Tengo la tripa enorme. Sólo he cenado un poco de queso fresco acompañado de pan integral y unos cereales integrales Fitness de Nestle con leche desnatada. Tengo dolores de regla. Qué asco. Ahora me tomaré un té verde.
No tenía que haber cenado.
A partir de mañana, barritas y agua.
No me sé nada de historia del arte.
Ahora me iré a dormir y me levantaré temprano para estudiar.
Cuando termine esta tacita de té verde.

27 de Abril
9:11h


Era de esperar que el examen me saliese tan sumamente mal. No debo preocuparme, aún queda el global...
Nos hemos presentado muy pocos. Supongo que eso lo tendrá en cuenta. Uf, qué agobio.
Tengo los nervios a flor de piel.
Café solo para desayunar. Negro, negro, cafeína en estado puro y mis briznas en estado de alerta.
Nervios, sudor frío en las manos y el aroma a Pomme de Reinette.
Vuelve la monotonía española. Regreso a mi monotonía, a mi triste vida de nervios contenidos, a los momentos de aburrimiento y soledad que me incitan a pensar, a recordar, a leer, a soñar y a escribir. Como ahora, a auto compadecerme sin motivo aparente. Vuelvo a verme mal, a odiarme y amarme frente al espejo. A sentirme como Erzsébet Báthory pero sin recurrir a la violencia.
Vuelvo a llorar y a tener miedo.
¿Pero a qué? ¿A qué temo? Tal vez sólo me tema a mí, a la pérdida de control, a los pasos en falso, a los errores...
Todo es un error.
Yo soy el error.
Si estuviese muerta haría un gran favor a todo el mundo.
Pero soy una cobarde integral.
Y una soñadora.
Sueño con un futuro mejor. Una Nístrim mejor. Como la Nístrim que conocí en Londres.
No sé qué hora es...
No sé qué hora es. Sólo sé que estoy en lengua y cada día me da más asco este profesor. Me aburre mortalmente literatura. La literatura es algo que no debe explicarse de esta manera tan cutre, en este aula que más parece una consulta psiquiátrica. Blanca, totalmente blanca y en el sótano. Dios, que asco da. Tanta mediocridad apesta. ¿A quién se le ocurre hablar de la literatura del franquismo poniendo como ejemplo la serie de televisión “Cuéntame”?

Luis Alberto de Cuenca, “Noche de ronda”.

2 cafés:

Anónimo dijo...

Ya queda menos para Génova, verdad?

Adriana Bañares dijo...

que si...