jueves, noviembre 30, 2006

Capítulo 14: Las raíces de mi angustia

Las raíces de mi angustia



- Buenos días, Nístrim. – Me dijo una mujer que rondaría los cincuenta años pero que, aún así, resultaba bastante atractiva. – Parece que es sábado. Hoy hay mucha clientela.
¿Clientes? Bueno, si ella nos consideraba eso...
La mujer escribió en la pizarra “Angustia”.
- ¿Nístrim? ¿Qué es la angustia?
- Una vez leí que la angustia era causada por la libertad del ser humano. Veamos, la libertad del hombre se basa en que es el único animal que no responde al esquema “estímulo-respuesta”, sino que él es capaz de ver más respuestas. Esto le hace sentirse mal cuando debe elegir entre cosas que se contraponen y podrían... vamos, que dependiendo de la respuesta que eligiera su vida iría de un modo u otro. No sé si me explico bien, pero... ¡Bua! ¡Qué pesadilla! La angustia es la experiencia metafísica de la posibilidad de ser todo y nada. Vamos, que la angustia nos muestra la existencia de la nada. Eso es la angustia. Porque somos unos miserables mortales, y algunos, como ya comenté en otra sesión, son tan ignorantes que prefieren creer en Dios y un cielo que recompense todo lo que hicieron en vida, porque su cobardía, su ignorancia, no les permite aceptar que esta vida es una mera etapa de tiempo, una oportunidad de ser para un óvulo; que todo lo demás, el antes y el después, no existen.
Es todo tan complicado y, a la vez, tan fácil, que hay veces que nos preocupamos demasiado por nimiedades y dejamos de lado lo que de verdad importa. Esto mismo me sucede continuamente con mis amigas. Ellas se empeñan en tratar en nuestras conversaciones el tema del amor y otras utopías; y no hay forma de que abran los ojos y se den cuenta de que esto nos está rompiendo, nos hace caer en la superficialidad que tanto criticábamos de las cuadrillas pijas.
Tenemos tanto miedo de nosotros mismos que nos refugiamos en utopías divinas relacionadas con la vida post-mortem. Y aún hay gente que no cree que la existencia humana sea realmente triste. Ignorantes.
A veces yo también me he cuestionado eso. Soy demasiado realista como para creer en Dios pero, aún así, a veces me pregunté si habría algo, algo mejor... Que todos estos años no se extinguirían con el paso de la eternidad.
Anoche descubrí algo que me hizo daño, algo que me decepcionó. Fui yo. Yo me decepcioné a mí misma porque me di cuenta de que aún no había olvidado a aquel chico. Pero le guardo tanto rencor que, juro por mi vida, nunca volveré con él. No me arrastraré. Así que ahora resulta que me he percatado de que, a parte de imbécil, también soy rencorosa. Aunque, sinceramente, sigo dudando. Me refiero a ser rencorosa; creo que realmente no lo soy, que lo único que alberga mi interior es rabia porque nada de lo que quería en la vida se ha cumplido. Frustración, tal vez. No tengo ese loft con los bohemios, ni he logrado abstenerme al cien por cien del amor. Y eso sí que es realmente deprimente. Pero, el caso es que, cuando pienso en esto, me siento realmente mal, porque siento que traiciono a tres personas maravillosas. Y ya sé que me siento realmente mal durante esos días en los que no sé qué hacer. Que, por no saber, no sé ni quién soy. Me doy cuenta de que nunca antes me planteé qué lugar en el mundo ocupaba yo, en mi mundo, en el mundo que me rodea. Pienso que no valgo para nada, que toda la vida la he pasado dependiendo de los demás, y que si me borrara, si me esfumara, si desapareciera, sería como si nunca hubiera existido, y nadie me echaría en falta. Como si no le aportara nada a nadie, ni siquiera a mi propia vida.
Pero, de pronto, me doy cuenta de la razón por la cual la gente se enfada conmigo, la razón por la cual mis amigas han llegado, en ocasiones, incluso a odiarme, a criticarme, y otras, en cambio, no han dudado en llamarme, o tal vez sí, pero me llamaron. Me copian, me superan, les asquean mis gustos, mi estilo y me dan a entender que nunca querrían ser como yo. Y, sin embargo, me copian.
Echo la vista atrás y, al pensar en la gente que una vez me hizo sentir mal, creo que todo aquel ser humano con el que traté no valía para nada. Nadie que conocí me quiso.
Pero... no sé. Pese a todo lo que me dieron a entender, me doy cuenta de que no me odian, me admiran. Y que cuando se enfadan conmigo es porque lo que hice, por insignificante que fuera, les dolió; y no por lo que hubiera hecho, ya que, tal vez, se tratara de lo más insignificante que te puedas imaginar, sino porque lo hice yo. Y llega un día, un simple día, y me doy cuenta de que si hago algo, defraudaré a alguien y, si hago otra cosa, defraudaré a otro. Y ¿por qué? Porque les importo, porque significo algo para ellos, porque existo en su mundo y, si un día faltase, les dolería. Existo.
Me duele todo porque a veces soy demasiado profunda en un mundo excesivamente superficial. Mi mundo, el de verdad, el que vive en mi subconsciente, es todo lo contrario. Es tan profundo... profundo, intenso, sensual, es tan... inconfesable. Sé que estoy aquí para solucionar mis problemas psicológicos, y que la mejor manera de hacerlo es exteriorizando mis monstruos, pero debo reconocer que soy una simple cobarde que teme convertirse en alguien que no soy. Convertirme en el yo interno que no conozco realmente, pues nunca me atreví a mostrarlo. Y, ahora que me veo casi capaz de hacerlo, me da miedo encontrarme con algo que no me guste. No me atrevo a mostrar el yo que alberga mi subconsciente. El yo que me hace pensar en cosas insospechadas, misteriosas, morbosas y aterradoras. Envidias absurdas hacia gente igual a mí, hacia gente que veo realmente feliz.
Yo vivo sola y muy metida en mi mundo de letras e historias seudo autobiográficas, y temo acabar ensimismada y sola por completo. Es tan triste mi forma de vivir... tan cerrada, tan tímida. Tan tímida que, para hablar sin ponerme colorada, necesito beber. Eso sí que es triste, avergonzarse de uno mismo... Pero es que yo, si no, no soy nadie. Soy muy cortada y me cuesta muchísimo abrirme a los demás.
La tristeza es aquello que siento cuando me doy cuenta de quién soy realmente. Debo reconocer que cada vez me doy más asco, más pena, pero, por otro lado, me siento orgullosa de mí y, si hay algo de lo que no me arrepiento es de mi forma de pensar liberal. Tristeza cuando me miro al espejo y no me gusta lo que veo. Tristeza cuando una amiga me daña con sus palabras, palabras de una joven acomplejada que acusa a todas las chicas rellenitas de escándalo público, cuando salen a la calle con ropa ceñida. Eso es triste, ver cómo alguien a quien admiras resulta ser un monstruo sin corazón. Sinceramente, puede que la tristeza radique de la angustia ¿no?
Cambiando de tema, y ahora que lo recuerdo, después de liarme con el amigo del chico que me gustaba, soñé que en mi interior albergaban dos serpientes; una verde y otra amarilla. Ambas transmitían música y se manifestaban asomándose por mi oído en forma de auricular. Yo tenía miedo de quedarme sorda. Finalmente, logré sacármelas por la boca. Fue terrible, parecía sentirlas salir de mi garganta realmente. Las arcadas eran tan reales... Una vez en el exterior, murieron y se hincharon como un globo de helio. Cerca de ellas había dos cadenas de plata que yo me quedé con mucha ilusión.
Antes no soñaba tanto, pero desde que vengo aquí lo hago cada vez que cierro los ojos, como si todo aquello que viviera en mi subconsciente quisiera aprovechar cualquier oportunidad para salir.
En otra ocasión, también soñé que me caía al barro y manchaba mis pantalones blancos. Y, en otra ocasión, soñé que el chico de la humillación sentimental me volvía a decir que sentía algo por mí. Estábamos en la casa de mi madre, en el patio. Allí había mucha gente, todos ellos conocidos de la Escuela, amigos... Habíamos llegado hasta allí juntos, en autobús, a pesar de que esa casa está situada en otra ciudad, pero él apareció directamente allí, en la casa, con una sonrisa casi frívola.
Me junté a él como una tonta y luego se acercó una conocida enemiga mía. Me enfadé y me alejé de ellos. Pero él se acercó y, a medida que lo hacía, se iba haciendo más pequeño, más joven, hasta convertirse en un bebé. Con su nuevo aspecto me pedía un beso, pero yo se lo negaba asqueada, ante la mirada de repugnancia que mi absurda enemiga me propinaba.
Y también soñaba que estaba él en el patio de mi madre con su novia, que yo me ponía de los nervios y les tiraba con plátanos; que iba corriendo desesperada a un supermercado y allí me encontraba con una chica a la que intentaba contar mis problemas, pero ella pasaba de mí y yo me quedaba en el súper, llorando como una magdalena.
Estoy harta de soñar tantas estupideces. A mí ese chico me da igual, ¡está olvidado! Me la suda si tiene novia, me da igual lo que haga. No entiendo por qué sueño lo contrario.
Estoy harta de esta sarta de sueños híper surrealistas y repugnantes que me acechan cada noche. Si significan algo, si mi subconsciente los utiliza como medio para comunicarme algo; quisiera descifrarlos. Y creo que vosotros sabéis hacerlo. Y quiero terminar con todo esto, con las sesiones. Quiero que hoy me digáis todo lo que debo saber porque deseo terminar. Hay una vida social esperándome ahí fuera.
Estaba histérica. Deseaba salir de allí, deseaba ser libre. Pero estaba asustada; no sabía qué había hecho, si aquello estuvo bien. ¿Y si todo fue mal? ¿Realmente acabaría condenada al ensimismamiento?
Los allí presentes, como cada día, escribían sin cesar, y la mujer de la angustia parecía realmente desorientada.
- ¿Por qué quieres terminar hoy? – Me preguntó la mujer.
- Porque ya son demasiados días y tengo más cosas que hacer... Además, en la primera sesión me advirtieron de que si acudía a demasiadas sesiones, me darían por imposible y yo moriría, siendo ése el final de la historia. – Dije imitando aquellas palabras.
- ¿Y crees que ya estás curada? – Me preguntó con ironía.
- No lo sé. Sólo he hablado yo. Esperaba que ahora me ayudaran ustedes. ¿No lo van a hacer?
- Debemos hablar nosotros antes. Ven dentro de una hora y tendrás tu resultado. Hasta luego, Nístrim.
Me metí en el dichoso ascensor, muy enfadada y, al salir, me sentí agobiada al ver a tanta gente. Siempre me han agobiado las aglomeraciones humanas.

Iba decidida a gastar mi hora en el bar de Óliver pero, al ir a coger el ascensor que me bajaría a la realidad, me detuvo el imbécil de turno.
- Nístrim, no entiendo tu comportamiento. ¿Todo esto es por Sonia? Te recuerdo que, poco después, te liaste con uno de mis mejores amigos casi delante de mis narices; y antes te habías liado con otros tíos ¿no? O eso oí...
- Tengo prisa. Además, yo no tengo nada que hablar contigo. ¡Ah! Y no es sólo por Sonia. Es simplemente que no siento lo más mínimo por ti. Nada más. Todo se acaba y los sentimientos también, se disipan. Déjalo. Después de todo, lo nuestro no fueron más que encuentros esporádicos en noches de alcohol y sexo; no significaba nada, al menos para mí.
Le di al botón rojo y salí a la calle. Crucé corriendo la carretera. Llorando. Maldiciendo aquel orgullo que me comía por dentro.

9 cafés:

Adriana Bañares dijo...

Bueno, parece que llegados a este punto de la historia, ni siquiera Paula (mi frikifan del segundo) me deja comentarios... Bueno, desde aquí os animo a dejar uno. Me da pena tener que dejar la historia a la mitad.
Venga, animaros.
Un beso, Adriana.

Anónimo dijo...

- Alardear de rebelde e incomprendida con pseudónimos con nombre de medicamento no creo que sea la mejor opción.
- Repetición de adjetivos.
- Demasiado recargado y barroco para ser una escritora novel. Cuando aún se está en la étapa del principiante es conveniente dejar de recurrir a recursos tan recargados que sólo intentan ocultar un argumento simplón y disfrazarlo de falsa profundidad.
- ¿No es un tanto egocéntrico? ¿O un tanto es decir poco? No tienes derecho a quejarte, bueno, perdona, derecho sí que tienes, pero no deberías hacerlo si es que
realmente no quieres parecer una "pijita del primer mundo" de esas que tanto detestas. ¡Esos problemones terribles! ¡Nada comparado con todo lo que pasa hoy en el mundo!, supongo que también te sentiras frustrada por eso ¿no?, por quejarte tanto de tus pequeños males habiendo tanto mal en el mundo,ya, típico.
- Usas palabras que pertenecen a un nível más culto que el tuyo (me atrevo a aventurar, quizá esté en un error) ya que destacan demasiado dentro de una redacción no muy bien redactada.
-Ya he podido comprobar que has ganado premios y tal pascual y que te vas a tomar esta pequeña crítica (juro que constructiva y no hiriente) a malas. Pero en fín, ¡ya has ganado demasiados premios!, es hora de alguna crítica de alguien a quien le aburra soberanamente lo que escribes. Igualmente, enhorabuena.
- Sigue escribiendo y no te cortes las venas por este comentario, por favor.
Un besazo y alégrate un poco mujer, que así de triste ni vas a cambiar
el mundo, ni te van a querer más.

Adriana Bañares dijo...

Nístrim es una caricatura. Lo que pretende es, exactamente, criticar a ese tipo de personas que, como Nístrim, no saben pensar en otra cosa que no sea su propio ego. YO NO SOY NÍSTRIM. Gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Gracias por la aclaración entonces y disculpa, el error venía de que en alguna parte leí puesto "pseudo autobiografía", debería haber hecho más caso al "pseudo" y menos a "autobiografía" y al hecho de que diversas facetas del personaje coincidan contigo.

Anónimo dijo...

es increible lo que mola el universo paralelo formado alrededor de ese amasijo de letras. Una historia que engancha. A mi me gusta cuando la señora anonima le da consejos, propios obviamente, a la autora pervertida.A ver cuando os volveis a ver las caras la señora anonima loca y la autora posmoderna.
El fan numero1 de los comentarios alrededor de la soledad del cafe:

Bonifacio S. Guay

Anónimo dijo...

Señora anónima loca? No tan anónima para tí según parece jajaja (tranquilo, mientras ponga jajaja y no Xd el mundo seguirá girando)Mójese usted señor anónimo que a mi se me agotan las ideas además ya es inevitable que pase a formar parte de este show. Besittitittititi los animales de dos en dos ua!ua!

Anónimo dijo...

Esto es mejor que un foro de fans de Carmen Sevilla!, Estos debates dignos de Ana Rosa, esta emoción, estas chicas tirandose los trastos como si fuese una pelea en el barro...Si Bonifacio S.Guay es el fan nº1 de los comentarios del blog, yo soy el segundo!
Viva La soledad del cafe y vivan sus comentaristas!

Anónimo dijo...

Ya os gustaria a vosotros dos que nos tiraramos los trastos pero la critica ha sido constructiva (y algo equivocada, segun parece!) besitos bobos y ante todo recordad que somos unas señoritas!(nada de peleas de barro que nos conocemos)

Anónimo dijo...

< b > life is tboo short < b >