Dentro de mi subconsciente
Al día siguiente todo fue muy surrealista (más aún, si cabe) Volví a aquella calle por la mañana y me metí en el mismo café, sí, en el de la araña suicida. Fue casi por instinto, como si lo necesitara.
El camarero me reconoció al entrar y se acercó a mí tras la barra, con una sonrisa.
- Hola, veo que la araña no te ha impedido volver. ¿O quieres volver a verla?
Me quedé en stand by, mirándole con cara de interrogación, repetidas veces, a él y a su mano, para asegurarme de que la puñetera araña no se encontraba allí.
- Tranquila, que no la tengo.- Dijo levantando las manos.- Un café solo ¿no?
- Sí, perdona... es que últimamente ando un poco descentrada.
- I walk this empty street on the boulevard of broken dreams...- Tarareó esa canción mientras me sonreía.- ¿Estuviste allí, no?
Me quedé, una vez más, totalmente desconcertada, ¿es que se habían vuelto todos locos?
- No... - Aún, a día de hoy, no sé muy bien porqué se lo negué.
- Claro que sí. Todos los que llegáis aquí completamente perdidos, acabáis allí.
- Yo no me perdí, sólo buscaba un poco de inspiración para escribir mi historia.
- ¿Y qué tal te está quedando?
- Aún no la he empezado.
- ¿Cómo que no? ¡Por supuesto que sí! Ayer estuviste en el Boulevard.
- Tú también has estado allí, ¿verdad?- Le pregunté con un aire de confianza que me asustó.
- Sí, pero hace mucho tiempo. Al ascensor tres.- Dijo desde la máquina de café.
- ¿En qué se diferencian los ascensores? Yo voy al seis.
Al decir esto, al chico se le cayó la taza al suelo. Pasó de recogerla y se acercó a mí.
- ¿Seis? No sabía que... Mira, bajo ninguna circunstancia, no... Ten cuidado. – En sus ojos se podía ver temor y desesperación; como si no dijera lo que quería y expresara lo que no debía. Ahora era él el que estaba desconcertado.
- ¿Pero qué pasa? Tú también estuviste en el Boulevard y no pasó nada ¿no? Vamos, que estás vivo.
- Mira, en el ascensor seis se encuentran tus monstruos, tus miedos... Todo lo que se encuentra oculto en lo más oscuro de tu mente. Pasa de contarles cosas superficiales o estás perdida. Sólo debes contar lo subjetivo, lo que nunca antes te atreviste a decir por palabras, ¿entiendes? Y nunca, bajo ninguna circunstancia, te encariñes con ellos. Nunca les hagas saber que te gusta su compañía. Porque si lo haces, estarás condenada a vivir dentro de ti. Serías condenada al ensimismamiento.
Salí de aquel bar aterrada, y más aún lo estuve al entrar al portal del Boulevard. Pero debía ser fuerte y seguir, porque mi vida y mi historia dependían de aquello.
Llegué arriba, saludé a Vera y me metí en el ascensor número seis, donde los monstruos de mi subconsciente, aquellos de los cuales me habló Freud en algún momento fugaz de mi vida, intentaban exteriorizarse.
Al día siguiente todo fue muy surrealista (más aún, si cabe) Volví a aquella calle por la mañana y me metí en el mismo café, sí, en el de la araña suicida. Fue casi por instinto, como si lo necesitara.
El camarero me reconoció al entrar y se acercó a mí tras la barra, con una sonrisa.
- Hola, veo que la araña no te ha impedido volver. ¿O quieres volver a verla?
Me quedé en stand by, mirándole con cara de interrogación, repetidas veces, a él y a su mano, para asegurarme de que la puñetera araña no se encontraba allí.
- Tranquila, que no la tengo.- Dijo levantando las manos.- Un café solo ¿no?
- Sí, perdona... es que últimamente ando un poco descentrada.
- I walk this empty street on the boulevard of broken dreams...- Tarareó esa canción mientras me sonreía.- ¿Estuviste allí, no?
Me quedé, una vez más, totalmente desconcertada, ¿es que se habían vuelto todos locos?
- No... - Aún, a día de hoy, no sé muy bien porqué se lo negué.
- Claro que sí. Todos los que llegáis aquí completamente perdidos, acabáis allí.
- Yo no me perdí, sólo buscaba un poco de inspiración para escribir mi historia.
- ¿Y qué tal te está quedando?
- Aún no la he empezado.
- ¿Cómo que no? ¡Por supuesto que sí! Ayer estuviste en el Boulevard.
- Tú también has estado allí, ¿verdad?- Le pregunté con un aire de confianza que me asustó.
- Sí, pero hace mucho tiempo. Al ascensor tres.- Dijo desde la máquina de café.
- ¿En qué se diferencian los ascensores? Yo voy al seis.
Al decir esto, al chico se le cayó la taza al suelo. Pasó de recogerla y se acercó a mí.
- ¿Seis? No sabía que... Mira, bajo ninguna circunstancia, no... Ten cuidado. – En sus ojos se podía ver temor y desesperación; como si no dijera lo que quería y expresara lo que no debía. Ahora era él el que estaba desconcertado.
- ¿Pero qué pasa? Tú también estuviste en el Boulevard y no pasó nada ¿no? Vamos, que estás vivo.
- Mira, en el ascensor seis se encuentran tus monstruos, tus miedos... Todo lo que se encuentra oculto en lo más oscuro de tu mente. Pasa de contarles cosas superficiales o estás perdida. Sólo debes contar lo subjetivo, lo que nunca antes te atreviste a decir por palabras, ¿entiendes? Y nunca, bajo ninguna circunstancia, te encariñes con ellos. Nunca les hagas saber que te gusta su compañía. Porque si lo haces, estarás condenada a vivir dentro de ti. Serías condenada al ensimismamiento.
Salí de aquel bar aterrada, y más aún lo estuve al entrar al portal del Boulevard. Pero debía ser fuerte y seguir, porque mi vida y mi historia dependían de aquello.
Llegué arriba, saludé a Vera y me metí en el ascensor número seis, donde los monstruos de mi subconsciente, aquellos de los cuales me habló Freud en algún momento fugaz de mi vida, intentaban exteriorizarse.
3 cafés:
otro, otro, otro! xDD
va a ser + productivo q me djes el libro entero, xq si no t voy a estar aburriendo hasta q lo pongas entero! jeje (repito lo d la puerta,=P)
eres malvada con lo d los comentarios..sniff!! xo ya tienes otro, asik..SIGUIENTE, PLEASE!!!
PauLa
d
re tarde cai,dos años maso jaja, esta bueno esto te re volás, lei hasta aca porque tengo sueño,no se ni como llegue,capaz ya ni ves lo que pongo, pero bueno, esta copado,raro,una preg. ¿pensaste en suicidarte alguna vez? a la autora no a la protagonista ;-) jaja, ah soy varón de argentina ni idea de donde sos vos.
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