Reseña publicada en el número 26 de la revista literaria Fábula.
A pesar de su juventud, Adriana Bañares Camacho (Logroño, 1988), ha visto publicados sus relatos en revistas literarias como Fábula, Portales, Fedra (México) y en el diario digital chileno El Rancahuaso y en fanzines como Poemas de la Chica de la Curva, Degeneración espontánea, Gárgola Vacas y Jamais Vu. Además, entre los años 2003 y 2006 fue premiada en varios concursos en la modalidad de relato breve y siendo una adolescente, con 17 años, publicó ésta, su primera novela La soledad del café, hoy reeditada por tercera vez por Ediciones Emilianenses.
Y es que la novela tiene mucho de controversia y de impenetrabilidad de la adolescencia. La historia transcurre en un ambiente onírico y a veces opresivo, bajo el manto protector de Freud y el psicoanálisis. Su protagonista, Nístrim, una joven adolescente, realizará un viaje interior, una búsqueda o quizá una huida de sí misma a través de turbulentos ascensores que no son sino el reflejo de sus propias sacudidas existenciales.
De forma totalmente consciente, escapan del subconsciente los tópicos adolescentes del sexo, la preocupación por el aspecto exterior, el suicidio, el feminismo, la crítica a la sociedad, a los padres, a la iglesia… todo aderezado con una pizca de desgana y grandes dosis de resentimiento hacia todo y nada en concreto.
Más que de una estructura preconcebida, la novela se compone de un continuo fluir de pensamientos en un periodo de tiempo un tanto indefinido.
Como el café, esta novela deja en el lector un denso poso, el de la fuerza de sus imágenes y también un fuerte contraste entre la juventud de la autora y la rotundidad de sus afirmaciones.
Sin duda, una apuesta vanguardista de una editorial siempre innovadora.